viernes, 22 de febrero de 2008

No encuentro título para este momento...

Tony cuidó de mí, durante los días de hospital, y yo esperaba con Laika bajo el porche, impaciente por que papá y mamá llegaran con mi hermana debajo del brazo. Tenía un lío en la cabeza terrible. A veces la quería y aveces la odiaba.
Mi padre aparcó el coche y tardó mucho en bajar, así que Tony fue hacia él y me mandó esperar.
Tony salió corriendo y entró a casa sin mediar palabra, no pude ni verle, y después mi padre, muy despacio, se acercó a mí...

Lucía -Me dijo mi padre con lágrimas en los ojos- Tienes una hermaníta.
Mi padre estaba asustado y en su cara se vislumbraba miedo y se adivinaba que había estado llorando largo tiempo.

Yo pensaba que aquella mirada respondía a la emoción de un padre que acababa de ver nacer a su hija, después de ocho meses de haber sufrido muchísimo con el embarazo de mamá.

Vas a cuidarla mucho, y a quererla ¿Verdad Lucía? -me repetía una y otra vez- ¿Lo vas a hacer por mí y por mamá?

Yo no entendía nada, sólo sabía que era una niña de poco más de 9 años y aquella mirada me asustaba mucho.

¿Y mamá? - pregunté - ¿Está contenta?

A mi padre se le humedecieron los ojos, y yo me abracé a él aterrorizada de hacer otra pregunta. Quizás, el bicho verde había hecho rebentar a mamá o Dios sabe qué había ocurrido.

Tu mamá duerme- dijo mi padre- Y no sabemos cuándo va a despertar. Parece que se cansó mucho, pero me ha encargado que cuidemos de tu hermana hasta que descanse. Lo vamos a hacer muy bien, ya verás. ¿Me lo prometes?

Te lo juro, papá - le dije - La voy a cuidar.

Mamá durmió 11 días, y 22 horas y mi padre empezó a no volverme a hablar de mamá durante algún tiempo. Mi padre dejó de visitar a mamá cada día, y empezó a hacer una "vida normal".
Tras 11 días y 22 horas, Tony cogió el teléfono y se echó a llorar con tanta fuerza que supe que algo terrible había pasado, pero yo seguí esperando cada tarde a mamá, durante un buen tiempo, para que viera que bien cuidábamos a mi hermanita. Tardé unos años en saber que aquél sueño profundo se llamaba coma y aún no sé, por qué ocurrió.

Muchas veces... te espero.